Visita guiada de los jardines Vaticanos de alrededor de dos horas, para contemplar obras de arte y maravillas naturales que se encuentran en el Estado más pequeño del mundo. La entrada incluye: acceso a los Museos sin guía, visita guiada a los Jardines Vaticanos y alquiler del transmisor radio-guía.
Info & Booking
Los visitantes individuales, que desean visitar los Jardines Vaticanos, se pueden agregar a una visita guiada de grupo realizada por un guía autorizado del Estado de la Ciudad del Vaticano y pueden contemplar obras de arte y maravillas naturales que se encuentran en el Estado más pequeño del mundo. La entrada incluye: acceso a los Museos sin guía, visita guiada a los Jardines Vaticanos y alquiler del transmisor radio-guía.
IMPORTANTE: Los Museos Vaticanos piden que proporcione el nombre y la fecha de nacimiento de todos los participantes en el grupo, por favor rellene el nombre y la fecha en el campo correspondiente en el formulario de pedido, después de la adición de la reserva a su carrito.
Máximo 10 personas por grupo, tickets NO reembolsables.
NOTA IMPORTANTE: el museo confirma la visita alrededor de 2 meses antes de la fecha, por lo que la reservación garantiza la inserción en la lista de espera. El cargo a la tarjeta de crédito se lleva a cabo el día laboral siguiente a la solicitud.
Es posible modificar la fecha de reservación, según la disponibilidad, hasta 3 días laborales antes de la visita. No es posible modificar el número de personas reservadas.
En todas las visitas guiadas, es posible permanecer al interior de los museos después de la visita guiada hasta el cierre. Las visitas guiadas están disponibles en los siguientes idiomas: español, inglés, italiano, francés, ruso, sueco y portugués.
Atención: para los visitantes con silla de ruedas, existe un recorrido dedicado que no es compatible con las visitas guiadas.
Si el visitante no lleva consigo el voucher el día de la visita, no se le permitirá la entrada ni será reconocido el derecho de reembolso.
Recibirá un correo electrónico con el voucher de confirmación que contiene el código de confirmación (recomendamos memorizarlo). El día de la visita es controlada la reservación a través del código de barras presente en el voucher. En caso de pérdida del voucher, la oficina de Recepción podrá buscar su reservación. Para entrar a los museos, deberá presentar el voucher imprimido y una identificación válida.
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Política de cancelación: los tickets NO se pueden cancelar NI reembolsar.
Abierto de lunes a sábado; turnos de entrada reservables serán indicados al momento de la reservación.
Cierre:
Domingos (exceptos los ultimos de cada mes, si no coinciden con la Pascua, el 29 de junio, el 25 o 26 diciembre)
1 y 6 de enero (Epifanía)
11 de febrero (Aniversario de los Tratados Lateranenses)
19 (San José), 23 (Pascua) y 24 de marzo (lunes del Ángel)
1 (Ascensión) y 22 de mayo (Corpus Christi)
14 (Vigilia de la Asunción) y 15 de agosto (Asunción)
1 de noviembre (Todos los Santos)
8 (Inmaculada concepción), 25 (Navidad) y 26 de diciembre (San Esteban)
Panorámica
Visita guiada de los jardines Vaticanos de alrededor de dos horas, para contemplar obras de arte y maravillas naturales que se encuentran en el Estado más pequeño del mundo. La entrada incluye: acceso a los Museos sin guía, visita guiada a los Jardines Vaticanos y alquiler del transmisor radio-guía.
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Los Jardines Vaticanos
Los Jardines desde un alto
Los Jardines son el lugar de descanso y meditación del Romano Pontífice desde 1279, cuando el Papa Nicolás III (Juan Gaetano Orsini, 1277-1280) trasladó la residencia papal del Laterano al Vaticano. En el interior de las murallas que mandó levantar para defender su residencia, el Papa mandó plantar árboles frutales (pomerium), un prado (pratellum) y un verdadero jardín (viridarium), como lo evidencia el epígrafe lapidario que se conserva actualmente en la Sala de los Capitanes del Palacio de los Conservadores, en el Campidolio. Este primer núcleo surgió cerca de la colina de San Egidio, donde actualmente se encuentra el Palacete del Belvedere y el Patio de los Museos Vaticanos. El área desde donde se inicia la visita a los Jardines Vaticanos se encuentra en la parte más reciente del Estado en la que fueron realizados nuevos Jardines que, junto con los del núcleo original, cubren casi la mitad de las 44 hectáreas de extensión del Vaticano.
La Plaza de Santa Marta
La Plaza de Santa Marta, querida por el papa Pio XI (Achile Ratti, 1922-1939), anticipa las admirables arquitecturas de los Jardines. En su parte central puede verse una gran fuente con dos monumentales encinas (Quercus ilex L.) cuyas copas se mantienen perfectamente gracias a una poda precisa y regular.
El Emblema Papal
Al final de una subida se encuentra el Palacio del Governatorato (Gobernación). En las gradas de acceso está representado el emblema papal, realizado con esencias vegetales que colorean las diversas partes, podadas perfectamente siguiendo el ejemplo del arte topiario figurativo. El emblema pontificio está compuesto por una parte fija, en la que con boj (Buxus sempervirens L. "Suffruticosa") están diseñadas la tiara y las llaves de San Pedro, símbolo de la autoridad apostólica, y por una parte variable en la que se representa el escudo pontificio, que cambia con cada Pontífice. Las figuras o "armas" heráldicas que caracterizan el actual emblema del Papa Benedicto XVI son el moro de Frisinga, símbolo de la Archidiócesis de Munich-Frisinga de la que el Santo Padre fue Arzobispo, el oso de san Corbiniano con la albarda, que expresa el vínculo del Pontífice con el patrono de Frisinga y el encargo del ministerio apostólico como "portador de Dios", y finalmente la concha del peregrino, que tiene un triple significado simbólico: la inmersión en el insondable mar de la divinidad, según predicó San Agustín, concha de peregrino referida al pueblo de Dios peregrinante, y el emblema de la Abadía de Scotten, en Ratisbona. El escudo está realizado por plantas perennes y estacionarias, seleccionadas para formar los colores amarillo dorado, granate y rojo que caracterizan el emblema pontificio. Los campos dorados están realizados con bonetero del Japón (Euonymus japonicus L. "Microphyllus Aureovariegatum"): la llave de la derecha, parte del rostro del moro, la concha de peregrino, los campos en torno al moro y al oso. Con alternantera roja (Alternanthera amabilis Lem. "Amoena") y muguet japonés negro (Ophiopogon japonicus Ker. "Black Dragon") se han logrado el rostro del moro, la piel del oso y el campo alrededor de la concha. Finalmente la cineraria (Senecio cineraria DC.) colorea de plata la llave de la izquierda y rodea todo el emblema.
La Estación vaticana
Tras haber admirado el emblema pontificio, se sube la colina dejando a la izquierda la estación vaticana junto al gran escenario de la fuente de la Concha, en el centro de un gran arabesco de setos de boj rodeado por magnolios (Magnolia grandiflora L.) y adelfas (Nerium oleander L.) siempre florecidos en la estación favorable.
La Escollera artificial
Continuando por la vía del Observatorio, después de haber pasado por debajo de imponentes araucarias (Araucaria bidwillii Hook.) procedentes de Australia y cuyas piñas alcanzan un diámetro de hasta 30 centímetros, se llega a una escollera artificial de casi 200 metros de largo, realizada después del Tratado de Letrán para sostener el terreno en pendiente, que con el tiempo se ha convertido en un jardín rocoso, rico en especies de plantas suculentas y xerófilas, que en primavera colorean de pequeñas flores las desnudas rocas.Entra las plantas, en este lugar se pueden encontrar numerosas especies de Echinocactus Link & Otto sp. y Ferocactus Britton & Rose sp., Aloe Toum. sp., Echeveria DC. sp., Agave L. sp., el Astrophytum ornatum (DC) Weber y el Notocactus magnificus Krainz., de flores amarillo dorado, al igual que el Mesembryanthemum Dill. sp. y Sempervivum L. sp., que crecen también en los huecos más pequeños y en las hendiduras de la roca sin necesidad de suelo.
El Monumento a San Pedro
Continuando la pendiente después de la escollera, se llega al centro geográfico del Estado Vaticano, el monumento a San Pedro, destinado en un principio a conmemorar el Concilio Vaticano I sobre la colina del Gianicolo y después colocado en el Vaticano, primero en el patio de los Museos, actualmente detrás de la Basílica Vaticana.
La Caseta del Jardinero
Cerca de la estatua de San Pedro encontramos una de las poquísimas estancias civiles que todavía existen en el Vaticano, la Caseta del Jardinero, residencia del jefe de los 27 jardineros que cuidan y embellecen cada día este ángulo de la naturaleza.
El Monasterio 'Mater Ecclesiae'
Subiendo todavía la colina, continuando la muralla que León IV (847-855) hizo erigir en el 847 para proteger la Basílica de San Pedro del ataque sarraceno, encontramos el Monasterio Mater Ecclesiae donde las Monjas de clausura, queridas por el Papa Juan Pablo II, sostienen con su oración el diario servicio del Sumo Pontífice por la Iglesia universal.
Colegio Etiópico
Prosiguiendo la vía que conduce a la parte más alta de los Jardines se encuentra el Colegio Etiópico, rodeado por magnolios y araucarias, querido por el Papa Pio XI, y proyectado por el arquitecto Giuseppe Momo, para dar posibilidad a los seminaristas de Etiopía que hicieran en Roma sus estudios eclesiásticos. A su flanco se encuentra el pequeño jardín de la Fuente de los Delfines, engarzada graciosamente entre oleandros, melogranos (Punica granatum L.) y plantas de banano (Musa x paradisiaca L.), que con sus flores y hojas crean un ángulo más recogido respecto a los prados de este declive.
La Gruta de Lourdes
Continuando el paseo por entre las arboledas de encinas, se llega a la parte más alta de los Jardines Vaticanos, a una altitud de 71 metros sobre el nivel del mar, donde se encuentra la Gruta de Lourdes, corazón espiritual del parque, copia fiel de la de Massabielle, donada por los franceses al Papa León XIII (Vincenzo Gioacchino dei Conti Pecci, 1878-1903) en 1902. En ella, rodeada por un brillante manto verde de trepadora americana, la viña virgen tricuspidata (Parthenocissus tricuspidata Planch.), sobre el altar, donación al pontífice Juan XXIII (Angelo Giuseppe Roncalli, 1958-1963), se ve la estatua de la Virgen, ante la cual, el Papa suele bendecir a los fieles tras una sugestiva procesión de antorchas por los Jardines Vaticanos al concluirse el mes de mayo.
El Jardín Italiano
La visita continua después por el vial Pio XI, donde al asomarse por un pequeño mirador entre palmeras datileras (Phoenix dactylifera L.) se descubre el majestuoso Jardín Italiano, realizado a base de setos de boj geométricos y redondeados, sin flores, según la mejor tradición renacentista italiana.
La colonia de 'loritos'
Paseando entre las hileras del laberinto de setos, se produce el alegre encuentro con una colonia de "loritos" (Myopsitta monachus Boddaert) que tienen sus grandes nidos comunes en la fronda de cedros que circunda el jardín. Estos pájaros coloreados se establecieron hace tiempo en este lugar, y gracias a la seguridad y al alimento encontrado se han multiplicado rápidamente; de vez en cuando sus estridencias rompen el profundo silencio que reina en los jardines.
El centro de transmisiones 'Marconi'
Junto al Jardín Italiano, se encuentra el centro de transmisiones "Marconi", desde donde el célebre científico transmitió por primera vez un mensaje de radio en presencia del Papa Pío XI, el primero que creyó en el valor del revolucionario descubrimiento.
El templete de Santa Teresa de Lisieux
Más adelante, siguiendo la muralla leonina se llega al templete de Santa Teresa de Lisieux, protectora de los Jardines Vaticanos, enclavada en un palmar de varias especies, entre las que destacan dos tipos de palma denominada palmera de la jalea (Butia capitata Becc.) por sus dulces frutos de color naranja y perfumados, las elegantes palmeras californianas (Waschingtoniafilifera H. Wendl.) y las grandes matas de palmera de San Pedro (Chamaerops humilis L.), única palmera original de Italia
La campana - recuerdo del Gran Jubileo 2000
En la avenida de la Cabaña China encontramos la campana-recuerdo del Gran Jubileo del dos mil, colocada aquí después del Año Santo.
La Torre de San Juan
Al final de la calle por donde Pío XII (Eugenio Pacelli, 1939-1958) gustaba pasear diariamente, donde se encuentran cuatro olivos pluriseculares (Olea europaea L.) donados al Papa en ocasión del Año Santo del dos mil, se llega a la Torre de San Juan, baluarte de defensa mandado restaurar por el Beato Juan XXIII, que actualmente sirve de alojamiento ocasional a personalidades ilustres que visitan al Pontífice.
El Helipuerto
Continuando el paseo por entre avenidas de encinas, inmersos en el perfume de flores y de madera de las majestuosas canforas (Cinnamomum glanduliferum Meissn.) que se encuentran en el Jardín Francés, se llega al helipuerto mandado realizar por el Papa Pablo VI (Giovanni Battista Montini, 1963-1978). Desde aquí los Papas dejan habitualmente el Vaticano para ir asistir a las numerosas visitas pastorales, protegidos por la imagen en bronce de la Virgen Negra de Czestochowa. Desde aquí se puede contemplar la gran galería del Jardín Francés. Entre senderos de roca rojiza, macetas de arcilla con escudos de los Papas y azaleas en flor (Rhododendron L.sp.), se encuentran algunos árboles importantes alrededor de la gran cisterna semienterrada – con capacidad de hasta ocho millones de litros de agua para el riego de los Jardines y fuentes y necesidades de antincendio-: un gran árbol australiano de roble sedoso (Grevillea robusta A. Cunn.), dos altos ejemplares de metasecuoya (Metasequoia glyptostroboides Hu & Cheng.), un olivo, donación del Estado de Israel al iniciarse las relaciones diplomáticas con la Santa Sede, y otros diversos árboles traídos por varias delegaciones en visita al Santo Padre.
Los jardines del Palacete de León XIII
El recorrido pasa de nuevo por delante de la Gruta de Lourdes y continua hacia los jardines del Palacete de León XIII, donde se pueden admirar las dos grandes Fuentes de los Tritones, rodeadas por arcos de rincospermos perfumados (Trachelospermum jasminoides C. Lemaire) en medio de un jardín de tupidos setos de tejo (Taxus baccata L.). Entre arcos y celosías cubiertas de rosas floridas (Rosa L. sp.), se encuentra el último árbol de un jardín botánico de plantas exóticas que el Papa León XIII plantó a fines del 1800, el ceibo (Erythrina crista-galli L.), y que aún hoy continua a revestirse de flores rojo escarlata.
El templete de la Señora de la Guardia
Antes de iniciar el descenso de la colina Vaticana, pasando por delante de un templete de la Señora de la Guardia, regalada por los genoveses a su conciudadano, el Papa Benedicto XV (Giacomo della Chiesa, 1914-1922), se entra en el Bosque, una verdadera selva de casi dos hectáreas de vegetación, crecida al natural, donde carballos (Quercus robur L.), robles de Turquía (Quercus cerris L.), robles pubescentes (Quercus pubescens Willd.), carpes (Carpinus betulus L.) y robles americanos (Quercus rubra L.) ofrecen su sombra a los visitantes y tiñéndose de vivos colores en otoño.
La fuente de las águilas
A través de los numerosos senderos encontramos decenas de fuentes, como la del Laghetto, de la Vela, de las Aguilas, de la Cruz griega, del Candelabro, de la Cabaña China, de las Ranas, de los Cinco caños y muchas otras (97 en todo el Vaticano) hasta llegar a la gran fuente del Aquilone, querida por el Papa Pablo V (Camilo Borghese, 1605-1621) y diseñada por Vasanzio: la caída de gran cantidad de agua en cascada ofrece una agradable frescura a los visitantes que se acercan a ella.
La Casina de Pio IV
Saliendo del Bosque, casi al final de la visita, se llega a la parte más antigua de los Jardines Vaticanos, el verdadero núcleo originario mandado realizar por el Papa Nicolás III en el lejano 1279. Nos encontramos con la Casina de Pio IV, un palacete mandado construir por el Papa Paolo IV (Gian Pietro Carafa, 1555-1559) y terminado por Pio IV (Giovan Angelo De’Medici, 1559-1565) en 1558, que debía servir para el descanso estival del Pontífice además de albergue de caza en medio de una naturaleza, en aquel tiempo, rica de animales. En el lejano 1288, los jardines de la Casina de Pio IV dieron lugar en Italia a las primeras reflexiones sobre botánica sistemática, cuando el médico del Papa Nicolás IV (Girolamo Masci, 1288-1292), Simón de Génova, plantó un huerto de hierbas para las curas del Pontífice y comenzó a clasificar de modo más sintético y sistemático los nombres de las diversas esencias medicinales que cultivaba.
La Academia Pontificia de las Ciencias
Hoy en lugar de este jardín crecen cedros seculares (Cedrus atlantica Manetti) y grandes secuoyas americanas (Sequoia sempervirens End1.), que se desarrollan rápidamente gracias a la buena adaptación y a la protección del lugar, y en lugar de la caza, en la Casina de Pio IV, se celebran las reuniones de las Academias Pontificias de Ciencias y de Ciencias Sociales.
La fuente del Sacramento
Con las últimas fuentes de la Pecera, del Jardín Cuadrado y del Sacramento, que podemos ver en esta zona, se termina la visita a los Jardines Vaticanos, cuna de paz y espiritualidad, de arte y de botánica, en el que las plantas viven y se suceden a lo largo de los siglos gracias a las atenciones de los Pontífices que han favorecido la conservación hasta nuestros días de este lugar único en el mundo.